martes, 11 de enero de 2011

SOLEDAD Y SUICIDIO

SUICIDIO Y SOLEDAD


Las últimas estadísticas suministradas por los responsables de la Unión Europea revelan una espeluznante proporción de suicidios en los países del Viejo Continente. Los europeos parecen conducir mejor sus autos que sus propias vidas. En Europa, los muertos voluntarios superan a los que fallecen víctimas de los accidentes de la ruta. En un documento hecho público esta semana, el Ejecutivo europeo indica que 58.000 personas se quitan la vida cada año, una cifra superior a la que provocan los accidentes de tránsito, 50.700 personas, o a la de los crímenes, 5350. Según el comisario europeo de Salud, Markos Kyprianou, “las enfermedades mentales son el asesino invisible de Europa”. El informe de las autoridades europeas señala precisamente que la mayoría de los suicidios están ligados con una enfermedad mental, en primer lugar, la depresión. El 15 por ciento de las personas afectadas por la depresión se suicida y el 56 por ciento intenta hacerlo.
En el conjunto de la UE, los fallecimientos ligados a la inestabilidad mental están en constante aumento. Las proyecciones indican que, si no se actúa rápidamente, las conductas suicidas aumentarán de manera espectacular en la próxima década. Cada país está enfrentado a la misma problemática: estrés, soledad, desesperanza, pérdida de identidad, disminución de la cohesión social y familiar. Los estudios más recientes señalan que una persona de cada cuatro conoce por lo menos un episodio “significativo” de enfermedad mental en el transcurso de su vida. En Europa, no menos de 30 millones de personas sufren de depresión grave. Las estimaciones de los diferentes entes de Salud calculan que los desequilibrios neuropsiquiátricos representan el 19,5 por ciento de la “carga mórbida” constatada en Europa. Los porcentajes son tanto más alarmantes cuanto que, en términos de confort, protección social y desarrollo, la Unión Europea es la región más avanzada del mundo. Sin embargo, el mal persiste en un contexto de marcada indiferencia. El cuadro de suicidios correspondiente al Viejo Continente abarca todos los sectores sociales y las edades. Por ejemplo, en el segmento social de edades comprendidas entre los 15 y los 35 años el suicidio es la segunda causa de muerte después de los accidentes de tránsito. Las evaluaciones europeas destacan la “enorme incidencia psicológica, social y financiera” que acarrea el suicidio en el seno de las familias. Cada suicidio afecta “íntimamente a seis personas del núcleo familiar”.
Los comportamientos suicidas responden a un conjunto de causas subyacentes asociados a “una compleja red de factores independientes”. Un estudio europeo destaca que esos factores pueden ser psiquiátricos (depresión, esquizofrenia, alcoholismo, drogas), biológicos o genéticos (antecedentes familiares suicidas), conflictos personales (pérdida del trabajo, de un ser querido), factores psicológicos (conflictos interpersonales, violencia o antecedentes de malos tratos durante la infancia), factores sociales. Comparados entre sí, los porcentajes de suicidios en los principales países de la Unión presentan un perfil no muy dispar. En todas las grandes ciudades europeas el número de personas que viven solas no hace más que crecer. Los científicos son unánimes cuando apuntan a la soledad como una de las causantes de los trastornos psíquicos. Vivir solo, sin pareja, familia o amigos expone a los individuos a sufrir con más frecuencia enfermedades psíquicas. En Bélgica, el 6,3 por ciento de la población sufre de depresión y ese índice sube al 8 por ciento en una capital como Bruselas. En Alemania, el índice de muertes voluntarias alcanza a más de 11 mil personas y a 120 mil que intentaron hacerlo sin éxito. El programa alemán de Prevención del Suicidio puso en marcha toda una serie de mecanismos prácticos destinados a disminuir el número de aspirantes al más allá. El programa llegó a un acuerdo con la compañía alemana de Ferrocarriles del Estado, Deutsche Bahn, para que ésta cubriera los hotspots, o sea, las rampas preferidas de los suicidas para arrojarse al paso de las locomotoras. Con todo, Alemania logró reducir en un 40 por ciento la tasa de suicidios. En los años ’70 había 25 suicidios por cada 100 mil habitantes. Hoy, el índice llega a 15. En Francia, los suicidios se sitúan en las curvas europeas. Con un registro de 160 mil personas que intentan suicidarse cada año, entre 11 mil y 12 mil personas logran quitarse la vida. Sin embargo, la proporción es altamente preocupante entre los jóvenes y adolescentes. Entre la población de edades comprendidas entre 15 y 24 años, 50 mil jóvenes buscan cada año poner fin a sus vidas voluntariamente, lo que hace que en este segmento de la población el suicidio sea la segunda causa de mortandad luego de los accidentes de la ruta. Globalmente, el 35 por ciento de la población francesa se vio afectado por el suicidio de un familiar o alguien muy cercano. Grecia, España, Italia e Irlanda presentan los porcentajes más bajos de suicidios en el Viejo Continente con un abanico que oscila entre 3800 y 5000 al año según los países. En España, por ejemplo, se producen 10,7 suicidios por cada 100 mil habitantes (4500 muertos anuales), mientras que en Hungría la cifra sube a 34 suicidios por 100 mil habitantes. Las naciones escandinavas conocen las más altas tasas del Viejo Mundo.
Comparativamente a nivel mundial, las tasas más elevadas de suicidios se constatan en Europa del este y Japón (30 mil al año) y las más bajas en América latina y algunos países asiáticos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un millón de personas se suicida en el mundo cada año. El costo humano es mucho más elevado que el de las guerras o las epidemias. Ello llevó a decir al comisario europeo de Salud, Markos Kyprianou, que “las enfermedades mentales son tan mortales como las físicas, como el cáncer”. A estos porcentajes elevadísimos cabe agregarle otro aún más macabro revelado el miércoles en un informe publicado por la Agencia Europea para las drogas: entre los años 1999 y 2002, más de 100 mil jóvenes murieron en 15 países de la Unión Europea (25 países en la actualidad) a causa de una sobredosis de drogas. Aunados a los datos sobre el suicidio, ambas cifras hacen de muchos países del Viejo Continente uno de los paraísos sociales donde el “mal de vivir” evocado en tantas canciones se cobra más vidas.
En España se suicidan unas 3.500 personas al año, aunque no se sabe con exactitud, ya que hay una infradeclaración de casos. La soledad es un factor de riesgo y las ideas de desesperanza, de ausencia total de futuro, el aislamiento social y la pérdida de los hábitos higiénicos, algunas de las señales de alarma.

De este modo el suicidio ha pasado a ser la primera causa de mortalidad entre los adolescentes, ya que se han reducido las muertes por accidentes de tráfico y sida, pero las personas que más se suicidan son las que rebasan los 60 años y se sienten solas. Así lo indicó Joan Vegué, director médico del Centro Psicoterapia Barcelona-Servicios de Salud Mental en la Jornada de Salud Mental en el Ámbito de la Atención Primaria de Barcelona Ciudad, organizada por el Instituto Catalán de la Salud (ICS).

Por otra parte Luís Miguel Martín, del Instituto Municipal de Asistencia Sanitaria (IMAS), que elabora junto al ICS unas guías multidisciplinares para tratar cada tipo de depresión (orgánica o recurrente), informó que en torno al 15% de las personas con depresión se suicidan.

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